Segundo día en Amsterdam. Después de probar un gran desayuno en el hotel, nos dispusimos a ir a uno de los sitios que Mario y David esperaban con mayor deseo: El museo Nemo. Este museo está a unos 10 minutos de Central Station y, para entendernos, es lo que en Barcelona sería el Cosmocaixa. El aspecto si que es diferente, ya que su parte exterior se asemeja a un barco hundido. Una vez dentro, Mario y David estuvieron toda la mañana realizando todo tipo de actividades "científicas", aunque lo que más les gustó fue un espectáculo donde, cual fichas de dominó, se caían diversos artilugios por todo el museo.
Al salir del allí nos fuimos a comer y después a alquilar unas bicis para recorrer la ciudad. Comprobamos que, pese a que Holanda es el país de las bicicletas, es dificil encontrar una que sea para un niño de 7 años. Después de mirar en tres o cuatro sitios, encontramos la que quizá es la mejor casa de alquiler de bicicletas de Amsterdam: yellow bike. Una vez que pudimos alquilar una para cada uno, comprobamos que su manejo no es tan fácil como creíamos (sino preguntadle a Rosa). En cambio Mario y David dominaron los aparatos con una facilidad pasmosa.
Durante el trayecto con bicicleta pasamos por delante de la casa de Ana Frank (se te quitan las ganas de entrar con la cola que hay) y por el Westerkerk, quizá la iglesia más bonita de Amsterdam. Tras dejar las bicis, y aprovechando que era una tarde soleada, nos fuimos a pasear por el Barrio judío. Sus calles y sus cafés hacen recomendable que pierdas una tarde en visitarlo. Dos días después Rosa continuaría diciendo que el paseo por el barrio judío fue lo que más le gustó de Amsterdam.
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