En el corazón de la Bretaña francesa se suceden muchos pequeños pueblos de cuento,
tal como los imaginamos: sus callecitas, su castillo, puentes que
cruzan un pacífico río, casas de ventanas floridas. Y uno de los pueblos con mayor encanto es Josselin, situado en la parte sur de Bretaña.
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Centro de Josselin |
Tuvimos la gran suerte de llegar el día en que se celebraba mercadillo, cosa que hizo que el pueblo estuviese más activo que de costumbre. En algunas de sus numerosas paradas Mario y David pudieron probar la crepre de butifarra o el alioli francés.
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Mario y David comiendo crepe de butifarra |
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Rosa, Mario y David por las calles de Josselin |
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Mercadillo de Josselin |
De todas maneras el mayor encanto del pueblo es su maravilloso castillo, construido en el siglo XV y que fue bastión en numerosas batallas entre
los Duques de Rohan, de Rennes y sus vecinos. Impresionan sus 3 torres
sobre el río, que sobreviven al conjunto original que incluía 8 torres
similares. Tras visitarlo nos fuimos a comer a un precioso restaurante situado en la plaza de Notre Dame y como no podía ser de otra manera el menú fueron unos deliciosos mejillones con patatas fritas.
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Castillo de los duques de Rohan |
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Saboreando unos ricos mejillones con patatas |
Tras descansar un poco nos fuimos a visitar Carnac, pueblo situado en la costa. Aunque nos habían hablado bien de sus playas, tenemos que comentar que no son el gran atractivo de la localidad. La verdadera razón por la que uno ha ir a esta zona de Bretaña es por el impresionante alineamiento de menhires prehistóricos que hace que esta localidad sea única en el mundo. No hay que perderse la visita al gigante de Manio, menhir de casi siete metros de altura.
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Mario y David ante un dólmen |
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Rosa, David y Gustavo ante un alimeamiento de menhires pequeños |
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Alineamiento de menhires grandes |
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Mario y David intentando tirar el gigante de Manio |
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