Nuestra última etapa en el viaje discurrió en la Selva Negra. Dejamos esta zona de Alemania para el final porque queríamos descansar unos días entre montes, bosques y prados.
Nuestro alojamiento estaba cerca de uno de los pueblos más bonitos de la Selva Negra: Triberg. Como queríamos disfrutar de tranquilidad, buscamos una casa típica de la zona donde dormir. El resultado fue el esperado en todos los sentidos. Por un lado la casa, solitaria en lo alto de una colina, nos permitió realizar paseos dentro de los famosos bosques de la Selva negra, pero por otro lado tuvimos que relacionarnos con la dueña, una mujer anciana que solo hablaba alemán.
Vista de la casa desde la carretera
Mario, David y Rosa ante la entrada del restaurante
Vista de la casa
Sitios que fuimos a visitar: Triberg es quizá el pueblo más conocido de la Selva Negra y uno de los
principales focos de turismo de la región. Son famosas sus cataratas que se venden como las más
altas de Alemania sin serlo -pero que son preciosas en todo caso- y sus
relojes de cuco (entre ellos los dos que rivalizan por ser el más grande
del mundo).
Mario, David y Rosa a punto de subir a las cataratas
Con ls cataratas el fondo
Paseando por las calles de Triberg
El lago Titisse es punto de encuentro de la gente que quiere realizar actividades acuáticas. El pueblo que lo rodea es encantador. David y Mario se bañaron en sus gélidas aguas ante el asombro de la gente.
Rosa y Gustavo en el lago Titisse
Paseando por el parque que hay alrededor del lago
Pero quizá el principal encanto de la Selva Negra es conducir sin parar por sus serpenteantes carreteras. Así pudimosvisitar desde ciudades grandes como Friburgo o pequeñas como Gegenbach.
Plaza de Gegenbach
Rosa en trance
Hay más vacas que en Holanda
Por último, aquí tenéis un par de videos que rodaron Mario y David antes de subir a las cataratas de Triberg.
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